Aunque parezca difícil de creer, existe una conexión entre mente y alimentación, por lo que las elecciones diarias respecto a lo que comemos y en qué cantidades, están intrínsecamente relacionadas con aspectos psicológicos, sociales y emocionales.
De hecho, diversos estudios en el campo de la neurociencia y la nutrición conductual, muestran que, más allá del hambre, nuestra mente juega un papel clave en nuestra alimentación.
Si deseas averiguar más sobre la relación que existe entre las elecciones alimentarias y las emociones ¡quédate con nosotros en este blog! Te contaremos más detalles acerca de este tema.
Existe una compleja relación entre la nutrición y el funcionamiento del cerebro, empezando con que los alimentos que consumimos interfieren en su desarrollo. Por otro lado, existen estructuras cerebrales que participan en nuestro comportamiento alimentario:
Vale la pena señalar también que esta región del cerebro puede verse afectada por factores como el estrés y la ansiedad.
Otra conexión entre la mente, el organismo y los alimentos está en las hormonas que producimos. Algunos de estos químicos se encargan de aumentar o disminuir el apetito, y procesar la energía de nuestro cuerpo. Entre estas hormonas que influyen en nuestra alimentación se encuentran: la grelina, leptina, dopamina y cortisol.
Cuando sentimos deseos de comer algo dulce en particular, es el claro ejemplo de cómo funcionan las hormonas en nuestro organismo, ya que el cortisol está enviando señales al cerebro para nivelar el azúcar en nuestra sangre.
El hambre emocional se define como una conducta alimentaria caracterizada por el consumo de alimentos bajo el objetivo de gestionar emociones como la tristeza, la desesperanza o la ansiedad.
Otro factor relacionado a las conductas alimentarias es el entorno, el cual en ocasiones, puede generar una señal de hambre en el organismo, aún cuando en ese momento no se necesite de alimentos. Esto puede relacionarse con el entorno familiar, las costumbres y el marketing alimentario.
Se trata de una técnica en la que ocurre una conexión entre la mente y la alimentación, con el objetivo de construir un estilo de consumo más saludable. Esta práctica se basa en prestar atención a las señales y sensaciones físicas a la hora de la comida, concientizando la saciedad y la satisfacción.
La alimentación consciente busca el cuidado de las necesidades físicas y psicológicas al momento de comer.
Otro punto clave para sobrellevar problemas relacionados a la alimentación, es buscar la ayuda de profesionales. Si te interesa contribuir al bienestar de la comunidad a través de los servicios de la salud ¡Conoce nuestros diferentes programas y conviértete en un profesional!
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