La inteligencia artificial y las inteligencias humanas: Un diálogo en evolución
La inteligencia artificial expande nuestro acceso al conocimiento, aunque el dominio absoluto sigue siendo inalcanzable.
La ciencia ficción y el conocimiento absoluto
Existe una película de 2014 que, dentro de su creativa ciencia ficción, nos muestra uno de los posibles resultados que podría darse en una persona si llegara a conocer el total del conocimiento que existe y ha generado la humanidad. Se trata de Lucy, del director Luc Besson, donde la protagonista, por azares del destino, logra concentrar tal capacidad de conocimiento que por un momento parece un ser único, incluso divino. Al final, vemos cómo el uso al 100% de su capacidad mental y dominio del conocimiento provoca que el personaje implosione.
¿Es posible que una persona conozca todo el conocimiento humano? Solo en la ciencia ficción podría ocurrir esto. En la realidad, nuestra capacidad cerebral permite un dominio limitado de información, y aunque genios como Einstein alcanzan una mayor capacidad de almacenamiento y uso de la información, no es posible llegar a tal nivel de conocimiento.
La evolución del acceso al conocimiento
Con la llegada de las computadoras, esto fue cambiando; con capacidades de memoria y procesamiento de datos cada vez mayores, los superconductores permitieron la posibilidad de descargar enormes cantidades de información por segundo. Esto generó que la cantidad de información global creciera exponencialmente, mucho más que en todos los siglos pasados. Entonces, nos enfrentamos a una nueva cuestión: ¿cómo acceder a este mar de información? Buscadores como Google o páginas como Wikipedia hicieron su labor, pero no fue suficiente. Sin embargo, llegó una nueva herramienta para procesar todo el conocimiento generado por la humanidad y disponible en la inmensa red de datos: la inteligencia artificial (IA), que no es más que una memoria cargada con algoritmos capaces de acceder, organizar y procesar cualquier información. Incluso puede actuar conforme se le determine, tomando decisiones basadas en experiencia en un tema específico en tan solo unos segundos.
La IA como amplificador de la inteligencia humana
Pero, como toda herramienta nueva, históricamente ha sido llevada a extremos en cuanto a su percepción y su utilidad para la humanidad. Einstein, por ejemplo, no quería crear una bomba atómica; él buscaba generar energía para las ciudades y el desarrollo. La llegada de los libros en su momento fue tachada de herejía, y de la imprenta ni se diga. Grandes descubrimientos, como los de Galileo Galilei, también provocaron temor en su época. Decían que estos avances solo perjudicarían a la humanidad. Sin embargo, hoy no podríamos comprender nuestra civilización sin libros, imprentas, telescopios, energía nuclear y teléfonos inteligentes. La inteligencia artificial es una realidad y ha llegado para formar parte de nuestras vidas, cambiando la forma en que percibimos y habitamos el mundo, tal como lo hizo en su momento la rueda o el dominio del fuego.
Las inteligencias humanas necesarias para dialogar con la IA
La inteligencia artificial no es solo una herramienta; es un recurso que complementa la inteligencia. Así como unos audífonos inalámbricos o un teléfono inteligente mejoran nuestras actividades, la IA expande nuestra capacidad de procesar información. Si bien nuestro cerebro, hasta hoy, no tiene la capacidad de dominar todo el conocimiento global, sí puede procesarlo a través de la IA. Es aquí donde surge una cuestión importante: ¿quién la utilizará? Toda la humanidad la usará. Así como hoy, en cualquier rincón del mundo, se tiene acceso a un teléfono inteligente, la IA llegará a todos los lugares e integrará nuestra vida cotidiana de formas inesperadas. Muchas veces no nos daremos cuenta siquiera de estarla usando, pero otras, cuando la relación sea directa, entra en juego una capacidad crucial del interlocutor humano: el raciocinio. La IA expandirá nuestras opciones y capacidades, pero quienes posean un conocimiento amplio, una capacidad de análisis y una comprensión lectora sólida tendrán una ventaja para aprovecharla mejor.
En el caso de los arquitectos, se abren dos posibles caminos. El primer caso es el de aquel arquitecto con poco conocimiento o experiencia, cuyo diálogo con la IA es limitado. Este usuario podría ingresar algún "prompt" y obtener un buen resultado; sin embargo, al no tener suficiente capacidad analítica, se quedará con ese resultado, que en ocasiones podrá no ser cierto o parecerse a una caricatura. En el segundo caso, el arquitecto con un conocimiento vasto y capacidad de análisis desarrolla un diálogo complejo con la IA, un debate incluso, hasta llegar a una conclusión detallada de la información. Aquí es cuando comprendemos que la IA está al servicio de quienes poseen el conocimiento necesario para llevar el diálogo a su fin. La historia nos muestra que esto ha sido así desde que los libros ocuparon las bibliotecas: siempre estuvieron ahí, pero solo unos pocos accedieron a ellos, y ese pequeño porcentaje de la población lidera sus áreas de acción.
Conclusión: La IA al servicio del conocimiento
"Tenemos la tecnología de la información más importante de la historia", asegura Yuval Harari, algo más grande incluso que la energía que creó la bomba atómica. La evolución de la humanidad no es otra cosa que el dominio de sus técnicas. Si la arquitectura pasó de ser una cueva a una choza sobre palafitos, para después convertirse en grandes pirámides y catedrales y, finalmente, en rascacielos de 500 metros, esto es solo por el dominio de la técnica. Le pregunto entonces a la IA: ¿hasta dónde nos permitirás llegar? Aún espero su respuesta.
Escrito por: Arq. Ivann de la Torre Kusulas.
Profesor de la Escuela Internacional de Arquitectura.